Reseña - Folklore: Taylor Swift
- Ernesto Rodriguez
- 26 jul 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 28 jul 2020
En 2008 Justin Vernon, firmando como Bon Iver, lanzó una de las obras claves de esa década: ‘For Emma, Forever Ago’, un disco de indie folk triste y a la vez optimista. Un trabajo que aborda la idea del corazón roto sabiendo en algún momento se curará. Sin embargo, los trabajos posteriores de Vernon han resultado ir en otra dirección con el músico buscando los puntos de encuentro entre el su sonido inicial y la electrónica, y a pesar de los buenos resultados era difícil no desear una secuela de aquel disco.
La sorpresa es que esa secuela no viniese de Bon Iver, sino de Taylor Swift, quien en plena pandemia nos deja una abrazo musical bajo el título de ‘Folklore’. Acompañada de un grupo estelar de músicos, que incluye al propio Vernon, a Aaron Dessner de The National y a Jack Antonoff, en uno de sus trabajos más minimalistas, como productor. El resultado es un trabajo que, desde un ángulo diferente, hace por su autora lo que el disco homónimo de Beyoncé hizo por ella en 2013: demostrar que ya no necesita hits.
El resultado es un disco mucho más íntimo que cualquiera de los lanzamientos previos de la cantautora. La instrumentación del disco nunca se acerca a la desastrosa electrónica de ‘Reputation’ (2017) o a la sobreproducción que hacía complicado creerse algunos cortes de ‘Lover’ (2019), unas pocas guitarras, cortesía de Dressner y una ligera base electrónica son la principal compañía de Swift. Aún cuando Antonoff decide sumar algunas piezas orquestales, como los violines de “August” o toques de autotune en el intro de “Epiphany”, todos los involucrados entiende que la voz y la letra son las protagonistas de este trabajo.
Por suerte para nosotros, es quizás la mejor aparición de Swift como cantante y compositora. Los dos principales temas del disco son la nostalgia y la infidelidad, la cantautora parece querer volver al pasado en canciones como “Seven” o el propio sencillo: “Cardigan”, mientras que lidia con el dolor de un engaño en “August". Pero quizás la mejor muestra de la mezcla de estos dos temas es “Betty”, donde la protagonista del tema lidia con un desengaño amoroso en su adolescencia, pero deja entrever que extraña la época donde esas rupturas de adolescentes eran su único problema.
Mención aparte merece el dueto con Vernon, aunque su influencia se nota en todo el disco: “Exile” es una muestra genial de la capacidad de ambos compositores. Cada uno toma el papel de uno de los miembros de una pareja que se rompe y narran su reencuentro, y la mezcla de arrepentimiento y nostalgia que ambos dejan ver en sus voces es uno de los puntos altos del trabajo.
Vale decir que aunque el disco trata temas profundamente oscuros no todo es tristeza. Hay una calidez y una empatía evidentes en la voz de Taylor que nos ayuda a atravesar esta oscuridad. Más que un balde de agua fría el disco es como una taza de café caliente post despecho, junto a un amigo que se ríe un poco de tu ingenuidad pero la entiende. Es uno de esos trabajos que entiende que la melancolía es parte de la vida, y que tampoco es tan terrible.
Hay algunos problemas menores, no tiene la variedad de ‘1989’ (2014) que aún se eleva como el mejor disco de la cantautora y canciones como “Mad Woman” podrían beneficiarse con arreglos más exuberantes. Pero ambos problemas son menores cuando se plantean al lado del todo, y por otro lado la decisión de trabajar exclusivamente en el indie folk, con alguna pincelada de country, nos evita interrumpir el disco con una “Shake It Off” o una “Me!” y eso es un punto a favor.
9/10
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